23 JUL 2020
Los alimentos transgénicos son alimentos que han tenido una alteración en su composición original, generalmente realizado según procedimientos de la ingeniería genética, entre ellas podemos destacar, el cambiar la especie original con componentes de otras especies para mejorar la producción y su resistencia al medio.
Por lo cual cuando compramos productos transgénicos para el consumo, no compramos el producto de toda la vida sino un producto que lo hace más resistente al medio, al clima y que madura con más rapidez.
El problema no es la mezcla de las especies, que si se diera de forma natural sería una nueva especie, sino que esta mezcla es manipulada en laboratorio, introduciendo químicos y de allí que pueda afectarnos a la salud.
Los alimentos que sufren esta manipulación en mayor medida son la soja, el algodón y el maíz.
También afecta el medio ambiente, por la utilización de tóxicos y químicos y su contaminación al resto de las variedades.
Los transgénicos también son un peligro para nuestra economía, básicamente porque el desarrollo de los mismos está en manos de pocas empresas multinacionales que acaban controlando el mercado y la producción mundial de semillas. Con los herbicidas pasa la misma situación están en manos de muy pocas empresas.
La utilización de estos recursos genera una competencia desleal también en el campo, ya que quien no tiene buena producción no podrá vender sus productos en la cadena de suministro a buen precio.
Reducir el consumo de alimentos transgénicos, nos beneficia en nuestra salud, se respeta el medio ambiente, la tierra, sus ciclos, se incentiva la producción natural y se reactiva la producción del campo para dar valor a los alimentos que nos nutren cada día.
Por ello, es tan importante que el consumidor pueda exigir sellos de calidad y de tratamiento natural en los productos, promoviendo la cosecha limpia, dedicada y con amor a nuestros productos, ya que en definitiva somos lo que comemos.